Algunos empezaron a trabajar a los 3 años, otros a los 7 o a los 10. Y el abanico de ocupaciones es amplísimo: sembrar y cultivar, coser y tejer, hacer recados, vigilar bueyes, cuidar pequeños,....
No son relatos de infancias con globos ni serpentinas... sino de amaneceres en el campo, de tardes en la fábrica y de noches de custodia. Y a pesar de la dureza, sus historias conservan la inocencia, la ternura y la sonrisa.
Según datos de UNICEF, en todo el mundo hay 158 millones de niños y niñas de entre 5 y 14 años que trabajan, lo que equivale a 1 de cada 6. Aquí hay algunos testimonios... esperemos que algún día conozcamos a los últimos.